martes, 27 de abril de 2010
Todo, Todo de Su Boca
Entregamos todo,
todo, todo,
nos dimos todo,
si acaso algo faltó,
su boca consiguió
una corriente inusitada,
y para que no se desbordara
conteniéndola,
la cerró.
Sabíamos que vendría más
cuando sus ojos se volvieron distintos,
de serenos a gravedad absoluta
que a grises intensos sonaron.
Diluvio que se convierte en vientre
cuando cobra mayor relieve,
irresoluble y ensordecedor
cuando la invisivilidad del misterio viene
entre canelas y verdes,
tonos que omiten nombres y apellidos con sombras
mientras que se baja del cielo a la tierra
reclamándo
entre fragmentos de conchas sin alas,
suspendidos en el aire revelados y fieles
cual mar cuando cambia su humor de olas,
contando cuando se vuelve su alma
tan bravía
en regresión.
El sobre crestas viajaba
con su boca
cuando escuchó de mi voz
el rumor del mundo sin dominio,
por lo que al fin gimió,
e inclinado estaba,
y juro qué
una multiplicación
de orgasmos
acudieron a su boca.
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